EL VERDADERO ORIGEN DEL BAPHOMET Y SU VÍNCULO CON EL SATANISMO MODERNO.


Baphomet, esa figura enigmática de cabeza de cabra que hoy muchos asocian con el satanismo y el ocultismo, tiene una historia tan compleja como fascinante. Su aparición en la historia está rodeada de acusaciones, reinterpretaciones simbólicas y controversias religiosas. A lo largo de los siglos, ha evolucionado desde una supuesta deidad herética hasta convertirse en un ícono de rebeldía, libertad y pensamiento crítico dentro de ciertos movimientos modernos. Pero ¿de dónde viene realmente esta figura? ¿Es en verdad un demonio venerado por los templarios? ¿O se trata de una construcción cultural y simbólica mucho más profunda?


El Baphomet en la historia medieval

El primer registro conocido del término “Baphomet” se remonta al año 1098, en una carta escrita por un cruzado francés durante su estancia en Tierra Santa. En ella, menciona que los musulmanes invocaban a una figura llamada "Baphometh" antes de las batallas. Hoy se cree que este nombre es una deformación fonética de "Mahoma", el profeta del Islam. En aquella época, los cristianos europeos consideraban erróneamente que el islamismo era una forma de idolatría centrada en la figura de Mahoma, lo que alimentó la percepción de Baphomet como un ídolo hereje.


Ilustración  Baphomet, Templarios y Masones

Más tarde, en el año 1307, los Caballeros Templarios —una de las órdenes más poderosas de la época— fueron arrestados en Francia bajo órdenes del rey Felipe IV. Este rey, endeudado con la orden y temeroso de su creciente influencia, vio en la Inquisición una herramienta para eliminar a los templarios y evitar pagar sus deudas. Entre las acusaciones presentadas contra ellos se encontraba la supuesta adoración a una entidad llamada Baphomet, además de herejía, sodomía y profanación de la cruz. Las confesiones obtenidas durante los interrogatorios, realizados bajo tortura, fueron contradictorias: algunos decían haber venerado una cabeza barbuda, otros mencionaban ídolos con forma de gato o de múltiples rostros. En ningún caso se describió al Baphomet como la criatura con cabeza de cabra que reconocemos hoy.

Felipe IV.


El nacimiento del Baphomet moderno

La imagen que hoy se asocia con el Baphomet no apareció sino hasta el siglo XIX. Fue el ocultista francés Éliphas Lévi quien, en 1854, dio forma a la icónica figura conocida como la “cabra sabática”. Su Baphomet representaba la unión de opuestos: masculino y femenino, humano y animal, cielo y tierra. Dotado de atributos andróginos, alas, un pentagrama en la frente y una antorcha entre los cuernos, la figura fue concebida no como una entidad maligna, sino como un símbolo del equilibrio universal y la sabiduría esotérica. Lévi se inspiró en antiguas deidades paganas como Banebdjedet, un dios egipcio con cabeza de carnero, y Pan, el dios griego de la naturaleza salvaje y la fertilidad.


Éliphas Lévi 

Más adelante, Aleister Crowley, el influyente mago británico, retomó la figura del Baphomet y la vinculó directamente con la figura de Satanás, reinterpretándolo como un símbolo del conocimiento oculto y de la lucha contra la opresión religiosa. Crowley veía en Satanás un aliado de la humanidad, un portador de luz, similar a la figura de Prometeo.


La Iglesia de Satán y el Sigil de Baphomet

En 1966, Anton LaVey fundó la Iglesia de Satán en San Francisco, marcando el inicio del satanismo como un movimiento religioso formal. La iglesia adoptó el "Sigil de Baphomet" como su emblema oficial: una cabeza de cabra inscrita en un pentagrama invertido, rodeada por las palabras “Leviatán” en hebreo. Este símbolo se convirtió en uno de los más reconocidos del satanismo moderno y ha sido ampliamente utilizado por grupos satanistas y ocultistas de todo el mundo.

Anton LaVey/"Sigil de Baphomet"


Las estatuas de Baphomet y su impacto cultural

En tiempos recientes, la imagen del Baphomet ha sido usada también como un medio de protesta. En 2012, el Templo Satánico, una organización activista y religiosa centrada en el secularismo, propuso instalar una estatua de Baphomet junto a un monumento a los Diez Mandamientos en el Capitolio Estatal de Oklahoma. Aunque la instalación no se concretó por actos de vandalismo, el gesto generó gran controversia. En 2018, el mismo grupo reveló otra estatua en Arkansas, esta vez en protesta por la falta de separación entre iglesia y estado.


Salem: la ciudad de las brujas y su conexión con el Templo Satánico.

La sede central del Templo Satánico se encuentra en Salem, Massachusetts, ciudad infame por los juicios de brujas de 1692. Este episodio oscuro de la historia estadounidense fue alimentado por la paranoia colectiva, el fanatismo religioso y una compleja red de intereses personales. Más de 150 personas fueron acusadas de brujería, y 19 de ellas fueron ejecutadas. Aunque el gobierno colonial terminó por repudiar los juicios, el imaginario colectivo ya había sido marcado profundamente.


El Templo Satánico aprovecha esta carga simbólica y cultural al establecer su templo principal en una antigua funeraria de Salem. La organización, más allá de su nombre provocador, promueve valores como el pensamiento libre, el individualismo, la empatía y la responsabilidad personal. En su interior se encuentra una monumental estatua de bronce del Baphomet, financiada colectivamente como un símbolo de resistencia política y filosófica.


Satanás: ¿mito literario o figura espiritual?

Para los miembros del Templo Satánico, Satanás no es una entidad literal, sino una figura literaria que representa la rebelión contra la tiranía y la búsqueda del conocimiento. Sin embargo, autores como Jared Brock, en su libro *Un Diablo Llamado Lucifer*, abordan a Satanás desde una perspectiva teológica. Según Brock, el diablo no es la figura monstruosa popularizada por el cine, sino un ser espiritual que actúa como acusador y adversario, capaz de presentarse bajo formas seductoras y aparentemente inofensivas.

Brock señala que muchos de los conceptos populares sobre Satanás, como su nombre (Lucifer), su número (666), o su dominio sobre el infierno, son malas interpretaciones de los textos bíblicos o se basan en tradiciones posteriores. Por ejemplo, el nombre Lucifer solo aparece una vez en la Biblia, y posiblemente no se refiera al diablo, sino a un símbolo astronómico o incluso a un fenómeno natural. Del mismo modo, el infierno es un concepto ambiguo en las Escrituras, con múltiples interpretaciones.

Jared Brock


El verdadero rostro del mal

El mensaje final de autores como Brock es claro: el verdadero peligro del mal no reside en imágenes demoníacas con cuernos y tridentes, sino en la capacidad del ser humano para justificar actos atroces bajo la influencia del ego, el miedo o la ignorancia. El “diablo” como símbolo puede ser una forma de explicar las fuerzas oscuras dentro del alma humana, y entenderlo es también una manera de enfrentarlas.

En conclusión, Baphomet no es simplemente una figura demoníaca, sino un símbolo profundo cuya historia revela tanto los miedos como las aspiraciones de la humanidad. Desde las torturas medievales hasta los debates contemporáneos sobre libertad religiosa y secularismo, su imagen sigue provocando y desafiando a quienes se atreven a mirar más allá del mito.









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