…“Se manifestó un prodigio tan increíble como inquietante; tal vez muchos lo consideren un mito… pero ¿no fueron los hechos posteriores tan terribles que merecían semejante advertencia celestial? Antes de que el sol se ocultara, se divisaron carros y tropas armadas cabalgando entre las nubes...”. Así lo escribió Tito Flavio Josefo, el cronista judío que presenció el preludio de uno de los conflictos más devastadores de la antigüedad: la Primera Guerra Judeo-Romana. Su testimonio, ignorado durante siglos, parece describir algo más que un simple presagio o metáfora religiosa. ¿Qué vieron realmente aquellos antiguos testigos en los cielos de Judea? ¿Acaso no eran manifestaciones divinas… sino tecnológicas?
LOS DÍAS OSCUROS DE JERUSALÉN
La visión de los carros celestes no fue registrada únicamente por Josefo. Años más tarde, autores como Tácito y Eusebio de Cesarea recogieron versiones similares del mismo fenómeno, transmitidas de generación en generación. ¿Casualidad? ¿Coincidencia? ¿O indicios claros de un evento extraordinario que sacudió los cimientos espirituales de un pueblo entero?
Cuando los romanos arrasaron Jerusalén en el año 70 d.C. y destruyeron su sagrado templo, muchos vieron en ello un juicio divino. Eusebio dejó escrito que “la tierra de Judea quedó desprovista de hombres santos”. La interpretación cristiana fue inmediata: Dios había abandonado al pueblo judío. Pero hoy, algunos se atreven a plantear otra posibilidad: ¿y si esos carros en las nubes no eran ángeles vengadores… sino naves?
¿ANTIGUOS AVISTAMIENTOS DE OVNIS?
Los historiadores modernos y científicos poco ortodoxos han comenzado a mirar con otros ojos esos testimonios del pasado. Las crónicas de Josefo, Tácito y Eusebio hablan de movimientos en el cielo, sonidos atronadores, figuras que desafiaban toda lógica. El ex científico de la NASA, Richard Stothers, examinó minuciosamente estos registros y concluyó que algo verdaderamente anómalo ocurrió en el cielo de Judea. Algo que no puede explicarse como simple fenómeno meteorológico.
No se trata de un hecho aislado. Durante las campañas contra Mitrídates VI en el siglo I a.C., y en la Segunda Guerra Púnica en el siglo III a.C., se describieron fenómenos similares: “formas extrañas en las nubes”, “ruidos celestiales”, “objetos voladores”. ¿Era el cielo un campo de batalla de dioses? ¿O eran testigos de la presencia de entidades no humanas?
EL CAMBIO DE FE DE JOSEFO… Y LA PROFECÍA IMPERIAL
El propio Josefo, tras ser capturado por los romanos, aseguró haber tenido una revelación divina: Vespasiano sería emperador. Cuando la profecía se cumplió, fue liberado y convertido en aliado de Roma. ¿Realmente fue inspirado por Dios… o sabía algo más? ¿Fue testigo de una inteligencia superior que manipulaba los hilos del destino desde lo alto?
Su relato de carros celestiales podría haber sido, según algunos estudiosos, un intento de justificar lo injustificable: la caída de Jerusalén. Pero también podría ser la pista clave para desentrañar uno de los mayores misterios de la humanidad: la presencia de objetos voladores no identificados en la antigüedad.
LOS ANTIGUOS TAMBIÉN LOS VIERON
El fenómeno OVNI no es exclusivo de la era moderna. Desde tiempos remotos, culturas de todo el mundo dejaron plasmados en piedra, en pergaminos y en monumentos, representaciones de extrañas figuras en el cielo. Algunos, como los Wandjina de Australia, los dioses voladores del Mahabharata o los jeroglíficos egipcios con formas aéreas inexplicables, parecen indicar algo más profundo que el simbolismo religioso.
Los vimanas indios, las naves de oro Quimbaya, los seres celestiales del arte medieval europeo… todos ellos describen, de forma casi uniforme, entidades voladoras, artefactos que cruzan los cielos, máquinas que desafían la comprensión humana.
¿Y si esos “dioses del cielo” eran algo más? ¿Visitantes de otros mundos? ¿Observadores silenciosos de la evolución humana?
UN DOCUMENTO MALDITO: EL INFORME OPPENHEIMER-EINSTEIN
En junio de 1947, en medio del estallido nuclear de la posguerra, dos de las mentes más brillantes del siglo XX –Robert Oppenheimer y Albert Einstein– firmaron un documento ultrasecreto: *“Relaciones con los habitantes de cuerpos celestes”*. El texto, apenas conocido por el gran público, plantea una hipótesis inquietante: los extraterrestres no solo existen… sino que podrían estar entre nosotros desde tiempos inmemoriales.
Este informe, considerado por muchos como una pieza de ciencia especulativa, expone la necesidad de crear un nuevo marco jurídico internacional, “un Derecho entre los Pueblos Planetarios”, en caso de contacto con entidades biológicas extraterrestres (EBE). Pero más allá del lenguaje legalista, lo que verdaderamente sacude es su trasfondo: los autores no hablaban de meras posibilidades… hablaban de hechos asumidos por los sectores más altos del poder militar.
En 1947, dos de las mentes más brillantes de la ciencia moderna, J. Robert Oppenheimer y Albert Einstein, se adentraron en un tema visionario y misterioso: las relaciones con civilizaciones extraterrestres. ¿Pero por qué crear semejante documento? ¿Y por qué en ese año en particular? ¿Podría haber una conexión con el incidente de Roswell? Este documento único, titulado Relaciones con Habitantes de Cuerpos Celestes, plantea más preguntas de las que responde.
¿Qué eventos inspiraron la redacción de un texto tan innovador? Avistamientos de objetos no identificados en los cielos de Europa y Estados Unidos llevaron a dos gigantes científicos a imaginar escenarios en los que la humanidad se encuentra con seres inteligentes de otros mundos. En el documento, abordan las implicaciones de dicho contacto.
¿NOS OBSERVAN DESDE LAS SOMBRAS?
El documento va más allá el informe aborda cuestiones fundamentales: plantea los escenarios posibles ante una colonización, cooperación o incluso integración de estas entidades con los humanos. ¿Serían pacíficos? ¿Vendrían como exploradores o como conquistadores? ¿Tendría la humanidad la madurez suficiente para manejar su tecnología sin autodestruirse? ¿Cómo nos comunicaríamos con esta civilización alienígena? ¿Qué papel jugaría el derecho internacional en las interacciones con una especie no humana? ¿Y qué pasaría si estas civilizaciones tuvieran intenciones hostiles o buscaran establecerse en nuestro planeta?
Los peligros están claros: armas de destrucción total, dispositivos de camuflaje, teletransportación… en manos de la humanidad actual, sería el fin. Por ello, el informe parece justificar el secretismo de los gobiernos. Tal vez, el velo que cubre la verdad sobre los ovnis no sea conspiración… sino contención.
¿POR QUÉ CALLARON OPPENHEIMER Y EINSTEIN?
Si figuras tan respetadas como Oppenheimer y Einstein se atrevieron a tocar este tema con seriedad científica… ¿por qué la comunidad académica actual lo evita como si fuera peste? ¿Por qué se ridiculiza a quienes lo estudian, a pesar de las toneladas de testimonios que atraviesan los siglos?
Quizá la humanidad aún no está preparada para la verdad. Quizá, como dicen muchos, aceptar que nunca estuvimos solos sería un cataclismo espiritual, social y político sin precedentes. Quizá por eso seguimos mirando al cielo, buscando respuestas entre las estrellas, mientras las verdaderas respuestas... están mucho más cerca de lo que imaginamos.
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